Guia docente 2014_15
Facultade de Belas Artes
Grado en Bellas Artes
 Asignaturas
  Arte, lenguaje y representación
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Tema Subtema
Introducción a la semiótica. De Saussure definió la semiótica como una ciencia que estudia la vida de los signos en el seno de la vida social. El énfasis en la relación del signo con su contexto social será fundamental en esta aproximación. El signo se erige en lugar de algo por consenso y uso común, no por necesidad. Entender la arbitrariedad de los signos es el punto de partida para entender que la representación nunca es natural, ni objetiva, ni inocente: independientemente de sus pretensiones, siempre está impregnada de ideología.
Las funciones del lenguaje. Factores de la comunicación en la obra de arte. La clasificación de Roman Jakobson de las funciones del lenguaje (funciones referencial, apelativa, expresiva, fática, poética y metalingüística) es el punto de partida para estimular la facultad crítica al leer. Nuestra posición como lectores está condicionada por asunciones tácitas de las que no somos conscientes. El conocimiento de cómo funciona el lenguaje hace que los procesos de significación no se vean como la simple transmisión de significados ya constituidos, sino que se entiendan como el lugar en el que se construye la realidad.
Códigos de representación. Sintaxis de la imagen. La cuestión de cómo se significa no es meramente formal, pero lo formal es fundamental para significar. Es el sustrato fundamental sobre el que se asientan los significados. Por eso hay que comprender que cada código de representación está basado en ciertas elecciones formales y que cada elección formal supone, en el marco relativamente estable de la cultura del/de la artista, significados concretos, es decir, lo que la obra nos cuenta no está sólo determinado por las elecciones iconográficas o narrativas, si las hubiera, sino que, en la técnica empleada, en la longitud del trazo, en el tamaño de un motivo en relación al tamaño total de la imagen, en el soporte elegido, en la utilización de una u otra perspectiva, en el qué se enfoca o desenfoca… están implicadas muchas de sus afirmaciones.
Relaciones entre realidad, percepción y representación. La percepción no es un proceso estrictamente fisiológico, de registro directo, sino una construcción mental basada en las sensaciones, una codificación del mundo en signos icónicos que puedan representarlo dentro de nuestra mente. Esa codificación tiene implícita una perspectiva concreta, que parte de los esquemas aprendidos, es decir, el mundo no se experimenta sin mediación. Sólo es inteligible en el discurso -que es una estructura social históricamente concreta de instituciones, categorías y creencias. Si no hay una percepción no mediada, menos aún habrá una representación natural, ya que estamos hablando de una codificación de segundo grado. A pesar de todas las concepciones románticas del arte como expresión personal, directa y libre, la creación artística implica un lenguaje basado en unas convenciones heredadas a través de la educación en los parámetros de una sociedad. Y no se trata sólo de en qué medida es posible que una representación refleje lo que entendemos por realidad, sino que hay que entender también que ese concepto llamado realidad se forja, en parte, a través de las representaciones. Las representaciones no son tan sólo un reflejo pasivo de significados y valores, sino unas constructoras activas de esos significados y valores. A través de ellas aprehendemos el mundo y, por tanto, ellas, en gran medida, construyen nuestra idea del mundo.
Relaciones transtextuales. Todo texto se relaciona, en su escritura y en su lectura, con el conjunto de textos que le han precedido o le rodean, de forma que podemos hablar de la existencia de un marco transtextual. Como dice Barthes, el texto está enteramente entretejido de citas, referencias y ecos. Toda obra es un palimpsesto, un texto que se superpone a otro, al que no tapa por completo. Siguiendo la clasificación de Gerard Genette, estudiaremos cinco relaciones transtextuales: paratextualidad, metatextualidad, architextualidad, intertextualidad e hipertextualidad. Las dos últimas son las empleadas en las prácticas apropiacionistas, tan características de una época en la que los signos crecen unos sobre otros y el juego de imágenes tiene cada vez menos que ver con una (hipotética) realidad exterior.
Construcción y deconstrucción de imágenes. En la era de los simulacros, las representaciones se han convertido en nuestro entorno natural. Según la metáfora de Baudrillard, el mapa de la hiperrealidad ha sustituido al territorio de lo real. Si aceptamos que son determinantes a la hora de construir nuestro concepto de lo que es la realidad, entenderemos que su poder es enorme. La práctica deconstructora pretende poner en crisis la idea de la representación como un hecho natural, analizando y desmontando los códigos ideológicos infiltrados en algunas representaciones dominantes.
Modos de interpretación de la obra de arte. El método histórico-crítico, el formalista, el iconológico, el sociológico, el estructuralista, las aproximaciones psicoanalíticas… A lo largo de la historia del arte occidental se han sucedido varios modos de ver las obras de arte, métodos críticos basados en diversas disciplinas que analizan algunos de los aspectos más relevantes del arte según las épocas y geografías. La diversidad de aproximaciones es un indicador de que estamos tratando con obras abiertas, expandidas por cada espectador, que las atrae a su propia órbita especulativa. La estética de la recepción insiste en la idea postestructuralista de que las imágenes tienen significado sólo en contacto con los discursos que circulan por una sociedad.
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